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El Arte de LledóEn posesión de un pincel insinuante, y con una sensibilidad que no reniega de la de los impresionistas ni tampoco de la del grupo nabi, Enrique Lledó ha sabido crearse un estilo personal que hace sus telas altamente identificables. Revelado al publico hacia 1950, antaño interesado por la apariencia externa de las cosas, por lo que tienen de cambiantes, hoy, este pintor alicantino parece estarlo por lo que tienen de inmanente, de esencial, con independencia del instante en que las traslada al lienzo. Más que embellecer el objeto, el artista semeja sublimizarlo, ofrecernos la visión de su cara oculta, la autentica. Si lo dota de luz, esta tiene algo de espectral. No es infrecuente que un roquedo o que una aldea aparezcan en toda su desnudez y como contemplados a esa luz, un tanto fantasmagórica, que precede a las tormentas. En igual o mayor medida que ellos -y que el arquitecto Juan Vidal o el polígrafo Vicente Ramos-, Lledó siempre se ha sentido fuertemente atraído por nuestra zona de montaña, especie de remanso hiperbóreo cuyo centro de gravedad poético semeja localizado en el campanario de Guadalest. Profundo conocedor de las reconditeces de la sierra Aitana, de los blancos pueblos de sus estribaciones, así como de sus costumbres, de sus leyendas, de su gastronomía, Enrique, desde bien joven, ha venido captando en sus óleos toda la guapeza y el hechizo del paisaje montañés, erigiéndose en su cronista artístico por medio de una serie de vibrantes panorámicas y fascinantes interiores pueblerinos. Puede ser o no casualidad que Fina, su esposa, paciente y fiel compañera, sea oriunda de Benimantell, al igual que lo es Pedro Solbes, primo hermano de ella, actual ministro de Economía. Pintor completo, igualmente dotado para el bodegón y la pintura de flores, Lledó descuella tanto o más en el difícil arte del retrato. De igual modo, deja constancia en el mismo de su originalidad. Un tanto fiado a la improvisación, no es extraño que para este tipo de obra disponga de un cuadro de mayores dimensiones de las que cabía esperar. Ya decidirá sobre la marcha, a tenor de la exigencia que la propia naciente pintura va creando, si, como fondo, han de ser colocados otros objetos o, si, por el contrario, resultan suficientes grandes superficies despejadas que el retratista parece haber heredado de Emilio Varela, su primer inspirador. En cuanto al modelo se refiere, aparece tan quinta esencia- do -esta vez, sicológicamente- como la naturaleza muerta y el paisaje, en perfecta unidad estética con ellos. Desnudo de ganga superficial, surge como con- templado reposadamente y a distancia, provisto de un halo especifico, misterioso. Si, como alicantinos, a este sensitivo artista cabe hacer algún amable reproche es de índole temática. Siempre pintó de espaldas al mar. Por que no nos obsequió con alguna marina? José Bauzá, Diciembre, 1994 Texto extraído del catálogo de la exposición de Enrique Lledo en la sala de exposiciones de la CAM, Alicante, del 10 al 30 de Enero de 1995 HOME - QUIÉN SOY - BIOGRAFIA - OBRA - RESEÑA PICTÓRICA - PRENSA - ESCRITOS - FOTOS - CONTACTO |