Prensa
Ciudad, Alicante, 1977
Un Alicante entrañable en los óleos de Enrique Lledó, Sala de
la CAAM
Adrián Espí Valdés
En alguna parte hemos leído -quizás lo dijo Sánchez Camargo-
que un espléndido libro de Gabriel Miró ilustrado por Emilio Varela,
vendría a ser como la historia de ese Alicante recoleto, altivo,
íntimo, que solo se deja descubrir por un espíritu que sea trasunto de
la tierra, del paisaje mismo. Desde luego vale el símil, o incluso
sirve si se toma como una definición del fino paisajista alicantino que
fue Varela Isabel. Pero si hiciéramos extensivas tales palabras a la
obra plástica de Enrique Lledo, uno cree que parecerían como
pronunciadas o escritas exprofesamente para él. Tal es el
entrañamiento, el maridaje absoluto existente este esta esteta del
paisaje pletórico convertido en óleo, y el esteta de nuestra
literatura. Enrique Lledó es un empastado nato. es un pintor absoluto,
capaz de reflejar sobre el soporte los estados de ánimo de su alma
sobrecogida por la belleza sin par de los puebos, los campos, las
montañas de un Alicante insólito, plástico a más no poder, evocador,
místico y a la vez pagano: Orcheta, Guadalest, Bernia, Puig-campana,
Maigmó, Benimantell, Benifato, Aitana... poco menos que todo un largo y
espléndido itinerario mironiano.
Enrique Lledó es un impresionista que baña sus montañas y sus
casas encaladas con el rutilante sol mediterráneo que matiza, hace
cambiante, da cuerpo a cada palmo de sus tierras. Es Enrique Lledo un
pintor "fauvista" en algunos interiores que, por otra parte,
están cargados de ensueño, de nostalgias a la manera "proustsina."
Es este pintor alicantino, en ciertos retratos espléndidos, un creador
modernista y expresionista al mismo tiempo. A veces la dulzura de sus
entintados claros, azules prusia o rosa pálido chocan delirantes
con sus tonos verdes oscuros y pardos duros. Y, en esta serie de
contrastes, Enrique Lledó nos comunica con claridad meridiana sus
inquietudes creadoras de fuertes raíces telúricas, de constante amor a
la tierra, al paisaje y a las gentes que viven bajo este azul intenso.
La exposición de óleos de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia
constituye una auténtica delicia. es el reencuentro del hombre y su
entorno es el lírico y prodigioso diálogo del escenario con los
personajes. Cada pincelada adquiere consistencia y tiene personalidad
por sí sola, y todas en su conjunto nos ofrecen la certeza del bien
hacer. Su pintura no es literatura, ni siquiera es literaria. Su pintura
es lirismo puro con hondura y penetración anímica.
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