DIONISIO GÁZQUEZ / ALICANTE
ABC. 10/02/2013 noticia original
Encontró su forma de expresión, aparte de las fuentes universales y de los impresionistas, a través de Emilio Varela
Enrique Lledó, pintor nacido en Muchamiel en 1923, falleció ayer en Alicante. El entierro tendrá lugar en el Tanatorio «La siempre viva» del Vial de la Cipreses de Alicante el lunes 11 de febrero a las 11,15h.
De formación autodidacta, Enrique Lledó encuentra su forma de expresión, aparte de las fuentes universales y de los Impresionistas, a través de la herencia de Emilio Varela.
Fue un pintor de una gran sensibilidad. A veces de cierta ternura, casi infantil, pero al mismo tiempo estamos ante un artista vocacional, que ama su trabajo. Un trabajo que no es otro que el de la contemplación y el obligado registro de lo que veía; es decir, de lo que sentía con lo que veía. De pequeño, como él mismo confesaba, fue un chico un tanto debilucho, pero, con suerte, salió adelante, y aquí lo tenemos, dando pruebas de su fe en la vida y en la pintura como extensión. Tras el bachillerato intentó estudiar Arquitectura, se matriculó en Químicas y en Letras en Murcia, para finalmente ser empleado de la Caja de Ahorros del Sureste de España, entidad de ahorro que le proporcionó un sueldo digno para sacar a adelante su familia.
En marzo de 1955, expuso individualmente nuestro apreciado pintor en la Caja de Ahorros del Sureste de España con un total de veintidós obras. Participará en el «IV Concurso Nacional y Provincial de Pintura» que organizó la Diputación de Alicante ese mismo año, en donde obtuvo una Medalla de Plata (en el Concurso Provincial). En diciembre de ese mismo año, expondrá en la sala de arte La Decoradora, un conjunto de quince lienzos integrado por bodegones, retratos, y paisajes de la marina. El crítico de arte Alfonso Baena diría entonces lo siguiente: «...en esta muestra que ahora nos ocupa, donde el pintor se nos aparece más entero, más sincero y pisando ya un terreno de auténtico profesional en el que puede codearse con las primeras firmas de la pintura alicantina y aun nacionales....»
«En Lledó Terol encontramos todas las virtudes de la nueva escuela alicantina, que sin ningún género de duda fundó nuestro incomparable pintor Emilio Varela» ( Idealidad, nº 5, 1956). En la convocatoria del «V Concurso Nacional Provincial de Pintura» que organizó la Diputación de Alicante en 1956, por su participación provincial, volvería a obtener una Mención Honorífica. Participará junto a otros importantes artistas alicantinos en la «I Exposición de Artistas Actuales del Mediterráneo». En el «VIII Concurso Nacional Provincial de Pintura» que organizó la Diputación de Alicante en 1960, obtendrá el Primer Premio Provincial (Medalla de Plata) por su obra titulada «Cristal».
Interesado desde siempre por lo artístico, llevaría a cabo en la CASE actividades de gestión cultural para posibilitar exposiciones de otros artistas por los pueblos de la provincia. El amor de Enrique por la naturaleza es más que evidente; siempre que ha podido se ha ido a recorrer con la vista los campos. Especialmente las sierras por donde anduvo su querido maestro: Emilio Varela. Sí, su maestro, como también lo serían Van Gogh o Cézanne, pero Emilio Varela representó para Enrique Lledó algo más cercano, más especial.
No en vano siguió sus huellas. Un cierto espíritu lírico e invisible, pero vareliano al fin, se advierte en sus obras, en sus paisajes compartidos de Guadalest, en los de la Aitana o de Benimantell, donde Enrique tiene su estudio con techos de vigas de madera (su particular Masía del Molí), donde pintaba bodegones, objetos sencillos o retratos de seres queridos,. Donde asimismo pintaba sus miradas interiores. Un refugio para los días de invierno en el que pudiera encender una lumbre para calentarse y leer a Gabriel Miró junto al fuego. En ese entorno fundamental es donde pintaba Enrique, con una mirada paralela a la de Emilio Varela que se transmite, pero que Enrique transformaba como él es, con una austeridad casi ascética, con ricas texturas cromáticas, con colores que salen directamente del tubo sobre el lienzo sin pasar por la paleta, con azules, violetas o verdes que casi huelen a espliego. Cuadros con sus pueblecitos blancos, donde aflora la luz del lienzo sin pintura, expresados con un alma de pintor casi naïf, pero con un respeto y reverencia absoluta por la naturaleza. Así creo que era Enrique, un pintor que se recrea en el paisaje alicantino.
Dionisio Gázquez: Pintores Alicantinos 1900-2000, (tomo I), Diputación de Alicante. 2001